lunes, 18 de abril de 2011

La profesión suprema en la Tierra



Se necesitan MUJERES Y HOMBRES que difundan este mensaje tan marginado. Parece que el tema de la maternidad es tabú o reservado para otras especies.

No se trata de tener 10 hijos (o 20), como dicen estas mujeres se trata de estar abiertos a la vida con responsabilidad.

Pero para tomar decisiones con responsabilidad hace falta conocer y formarse (sin el in).


La situación lo requiere.

Según datos del Barómetro de la Familia de septiembre del año pasado en poco más de dos décadas la edad de la maternidad se ha retrasado en términos de media un año y medio, pasando de los 27,6 a los 29,10 años de edad. En España, las mujeres retrasan la maternidad más que en Europa. La media de edad de las mujeres que tienen su primer hijo era de 30,8 años en 2006 mientras que en la Unión Europea era de 29,1.

Además, España está lejos de la tasa europea de fecundidad de reemplazo. Esto significa que, si no hay flujos migratorios y si las tasas de mortalidad no cambian, para el mantenimiento de la población sería necesaria una tasa de fecundidad de 2,1 hijos. En 2008 en España estaba en 1,46. ¿Por qué preocuparse?

El Barómetro de la Familia advierte que "este dato es muy preocupante porque un crecimiento económico sostenido y una estabilidad social requieren inversión en capital humano". La sostenibilidad de los estados del bienestar requiere un reemplazo generacional o una incorporación masiva de mujeres a la población activa. Si no se respeta el derecho de las mujeres a la maternidad, renunciarán a ella.

Por otro lado, la maternidad de mujeres no casadas se ha incrementado considerablemente en nuestro país, pasando del 16,3% de 1999 al 28,38% de 2006, aunque todavía estamos lejos de lo que sucede en otros países de la UE, donde se ha llegado al 50%. Este aumento de las familias monoparentales, según los responsables del Barómetro de la Familia, tiene consecuencias negativas ya que presentan unas tasas de riesgo de pobreza mucho más elevadas. Además la pérdida del matrimonio supone la pérdida del productor primario de capital social a través de la descendencia y de su educación, y hace más difícil la estabilidad, el buen desarrollo y el equilibrio de la sociedad.


La investigación concluye con un conjunto de propuestas en las que afirma que resulta imprescindible la puesta en marcha de medidas que ayuden a un reconocimiento del valor social y económico de la maternidad, que permita a las familias, libremente, elegir el número de hijos que desen, ya que tratándose de una decisión estrictamente privada, tiene consuecuencias sociales públicas de gran calado.

(Datos recogidos de ReL)