jueves, 31 de octubre de 2013

Decálogo para cuidar la fidelidad


Empezaré por confesar que como a la sociedad en general, al pensar en el tema se me venía a la cabeza el título de infidelidad (en negativo) en lugar de fidelidad (en positivo).
Esta circunstancia que parece sin importancia, tiene la suya y quizás está producida por dos aspectos bastante extendidos: el primero es que siempre lo negativo, polémico o escabroso está en la punta de la lengua y del oído. Los medios de comunicación y las noticias rinden cuenta de esto diariamente, cuando por regla general se tiende a informar sobre malas noticias (según ION en España en 2012, un 54% fueron malas noticias frente a un 24% de buenas) y así lo sienten quienes las reciben (en España el 85% piensa que la mayoría de las noticas son negativas).
El segundo aspecto es que la fidelidad es un término que no está de moda. Pese a que las compañías de teléfono han vuelto a implantarlo (aunque sea para unos periodos determinados), sigue estando relacionado con el Matrimonio que, al fin y al cabo, continúa devaluándose por la extensión de la promoción del divorcio, que incide directamente en una mentalidad poco fiel.

El cimiento de toda relación es la confianza, y cuando ésta se rompe, la relación se pone seriamente a prueba
Un dato más: aunque el calificativo de fiel es positivo para la sociedad, se tiende más a emplearlo como humanizador de animales (principalmente las mascotas) o asimilarlo a comportamientos privados de voluntad o libertad. Sin embargo cuando hablamos de las personas en general, se busca siempre justificar la falta de fidelidad bajo la opinión de que es algo natural e incluso innato para el ser humano y que proporciona el grado de libertad necesario para conseguir la felicidad. 
Es llamativo, pese a toda esta mentalidad, que en la preparación al matrimonio y cuando se va a dar el paso, la infidelidad es según las mismas parejas lo único que no se está dispuesto a perdonar. ¿Cómo puede ser esto así?. Según la revista Misión, los expertos en terapia matrimonial coinciden en que el cimiento de toda relación es la confianza, y cuando ésta se rompe, la relación se pone seriamente a prueba. Y es que el amor requiere un sano sentido de la vulnerabilidad -la voluntad de abrirse totalmente al otro y dejar que conozca todo lo nuestro, lo bueno y lo malo- y la vulnerabilidad exige confianza: saber que estoy a salvo contigo. Por eso, si una pareja no puede confiar en que van a ser emocional y sexualmente fieles el uno al otro, no puede tener una relación más allá de un arreglo meramente funcional.
Los psicólogos agrupan las diferentes infidelidades en tres causas: sociales, matrimoniales y personales. Aunque los tres aspectos son importantes, el crucial sigue siendo el personal. Y es que por lo general la infidelidad acontece en medio de una gran confusión interna: "haces algo que no quieres hacer y una vez que lo haces crees que ya no hay vuelta atrás". La mayoría de las personas casadas en algún momento se sienten atraídas por otra persona que no es su cónyuge, y esto es humano, pero cultivar esta atracción no lo es por el dolor tan grande y las consecuencias tan negativas que produce a los involucrados.
Por todo ello, se debe estar alerta y ser fiel en las cosas pequeñas. Un pequeño decálogo de prevenciones para cuidar y cultivar el matrimonio basado en las ocho de Jill Savage sobre este aspecto puede ser el siguiente:
1.- Elige sabiamente: evita pasar tiempo innecesario a solas con alguien y cuando tengas que elegir compañero hazlo conscientemente y pensando en tu pareja.
2.- Comparte sabiamente: Compartir secretos e intimidades sobre ti y tu matrimonio con una persona con la que tu pareja no lo haría es una señal de alerta. Los líos emocionales también hacen mucho daño a las relaciones.
3.- Procura estar en sitios públicos: haz el propósito de no citarte a solas con alguien.
4.- No seas inocente: la infidelidad empieza como una relación inocente que termina alcanzando una profundidad emocional que cruza la línea de la fidelidad.
5.- Aumenta tu inversión en hogar. Los matrimonios fuertes se consiguen pasando tiempo juntos, riendo juntos y jugando juntos. Evita el activismo y dedica tiempo a tu cónyuge, pues solemos pasar más horas lejos del otro y nos volvemos "independientes". Podemos estar haciendo incluso cosas muy buenas -como un voluntariado- pero si no las hacemos juntos, abrimos la puerta a la tentación. Si no tienes citas con tu pareja, planea ya citas para los meses que vienen y haz que pasar tiempo juntos sea una prioridad.
6.- Presta atención a lo que piensas. Si estás pensando en los fallos del cónyuge, en defectos o reproches es normal que cualquier otra persona pueda parecerte mejor. Haz una lista por escrito de los puntos fuertes que inicialmente te atrajeron de tu pareja. Aumenta el animar y apoyar y disminuye las críticas.
7.- No juegues a comparar. Todos tenemos manías, costumbre malas y cometemos errores. Además tu cónyuge no es comparable, pues le conoces mejor que a cualquier otra persona...
8.- Toma las decisiones con tu cónyuge. ¿A quien mejor o con quien mejor?. Además si uno de los dos hace algo que el otro no quiere, pueden surgir grietas en la relación.
9.- Sé consciente de los problemas del pasado: descúbrelos y trátalos, y si es posible con tu cónyuge, mejor. Suelen ser fuente de inseguridades, insatisfacciones y falta de confianza, aunque parezcan que están ya desterrados.
10.- Busca ayuda: pues no es signo de debilidad, si no de fortaleza. La búsqueda de ayuda es el primer síntoma de quien quiere superar la dificultad, luego es positivo. Además el consejo de alguien con conocimientos ayuda a establecer nuevas estrategias y nuevos puntos de vista para fortalecer tu matrimonio.