domingo, 20 de noviembre de 2011

No es Dios de muertos, sino de vivos

"El cuerpo es precioso a los ojos de Dios, es lo más amado entre todas sus obras, por lo que es natural que quiera salvarlo. Nosotros llamaríamos «obrero de lo inútil» al que construyera una casa para derruirla seguidamente o para dejarla que se estropeara. De la misma manera, ¿no reprocharíamos a Dios que creara un cuerpo inútilmente?. Pero no, el Inmortal no es así. En verdad, Dios ha llamado al cuerpo a renacer y le ha prometido la vida eterna.
Porque la buena noticia de la salvación del hombre incumbe también al cuerpo. En efecto, ¿qué es el hombre sino un ser viviente dotado de inteligencia, compuesto por alma y cuerpo? ¿Acaso constituye el alma por sí sola al hombre? ¿Se llama «hombre» al solo cuerpo? Si, pues, ninguno de estos dos elementos es por sí solo el hombre, es porque el hombre está formado por la unión de los dos elementos. Es a este hombre total al que Dios ha llamado a la vida y a la resurrección, y no tan sólo a una parte. ¿No sería, pues, absurdo, ya que existen los dos aspectos en la misma realidad, que uno se salve y otro no?"
San Justino
Era samaritano de origen, convertido a la fe, abre una escuela en Roma; escribe en defensa del cristianismo y muere mártir (+ 163)